Claro que no todos los ácidos son malos. En nuestros alimentos hay ácidos beneficiosos y otros perjudiciales.
Entre los beneficiosos podemos citar a los frutales. El caso de los ácidos: cítrico, málico, tartárico, fumárico, etc. Estos ácidos orgánicos débiles, una vez metabolizados en el organismo se combinan con minerales (sodio, calcio, potasio) y dan lugar a sales minerales, carbonatos y citratos (elementos que tienen la capacidad de fluidificar y alcalinizar la sangre) o bien se oxidan en la sangre y son eliminados del organismo como anhídrido carbónico, activando a ventilación pulmonar. He aquí la explicación del efecto del limón, cuyo jugo ácido es utilizado para la hiperacidez de estómago.
Entre los beneficiosos podemos citar a los frutales. El caso de los ácidos: cítrico, málico, tartárico, fumárico, etc. Estos ácidos orgánicos débiles, una vez metabolizados en el organismo se combinan con minerales (sodio, calcio, potasio) y dan lugar a sales minerales, carbonatos y citratos (elementos que tienen la capacidad de fluidificar y alcalinizar la sangre) o bien se oxidan en la sangre y son eliminados del organismo como anhídrido carbónico, activando a ventilación pulmonar. He aquí la explicación del efecto del limón, cuyo jugo ácido es utilizado para la hiperacidez de estómago.
En cambio otros ácidos -como el oxálico, el benzoico, el tánico- pueden no ser tan buenos para el organismo. El oxálico (presente en acelgas, espinacas, cacao y remolacha), además de su acción acidificante, disminuye la absorción de calcio y daña los riñones. El ácido benzoico (presente en las ciruelas) está contraindicado en gota y reumatismo. El ácido tánico (café, té negro, vino tinto, fruta verde o poco madura) está acusado de precipitar la pepsina clorhídrica y bloquear o limitar la digestión de las proteínas.
Esto no quiere decir que debamos rechazar las verduras citadas (sobre todo la alcalinizante remolacha), pero sí moderar el uso si se es propenso a la problemática citada.
Esto no quiere decir que debamos rechazar las verduras citadas (sobre todo la alcalinizante remolacha), pero sí moderar el uso si se es propenso a la problemática citada.
Definitivamente nefastas para el organismo resultan las bebidas gaseosas, hoy omnipresentes en la cotidianeidad alimentaria. Los azúcares de por sí generan ácidos en su proceso metabólico (ácido acético). A ello se agregan los aditivos acidulantes (ácido fosfórico) y el ácido carbónico, generándose un cocktail dañino, que se potencia con los grandes volúmenes de consumo diario.
Párrafo aparte para los ácidos presentes en carnes, embutidos y lácteos (úrico, láctico, butírico, nítrico, sulfúrico). Como decíamos al principio, toda desintegración de células animales -de nuestro propio cuerpo o de alimentos animales- deja un residuo tóxico y ácido. Estos residuos, además de consumir bases para poder ser neutralizados en la sangre, deben ser luego eliminados del organismo.
En la juventud, el buen funcionamiento de los órganos de eliminación (principalmente riñones y piel), hacen que los ácidos sean eliminados satisfactoriamente. Pero con el correr de los años, al acentuarse los efectos nocivos de la acidificación en el organismo, estos órganos pierden eficiencia.
En la juventud, el buen funcionamiento de los órganos de eliminación (principalmente riñones y piel), hacen que los ácidos sean eliminados satisfactoriamente. Pero con el correr de los años, al acentuarse los efectos nocivos de la acidificación en el organismo, estos órganos pierden eficiencia.
Al no poder ser eliminados del organismo, el ácido úrico y otros residuos metabólicos de naturaleza ácida, son retenidos fundamentalmente por el tejido conjuntivo, así como por los huesos y cartílagos del cuerpo, con el objetivo de retirarlos del flujo sanguíneo y poderlos eliminar más adelante.
Esto sirve de origen a dolencias tales como: artritis, artrosis, reumatismo, fibromialgia, enfermedades del corazón, de los nervios, ciática, alergias, eccemas, herpes, urticaria, asma, nefritis, hepatitis, cálculos, arteriosclerosis y un estado de enfermedad latente pronto a manifestarse.
Esto sirve de origen a dolencias tales como: artritis, artrosis, reumatismo, fibromialgia, enfermedades del corazón, de los nervios, ciática, alergias, eccemas, herpes, urticaria, asma, nefritis, hepatitis, cálculos, arteriosclerosis y un estado de enfermedad latente pronto a manifestarse.
Las consecuencias que tiene para la salud una acumulación persistente de residuos o escorias (que el organismo debería eliminar y no puede), son funestas. Según la naturaleza de cada persona, comenzarán a presentarse a corto plazo los primeros síntomas del padecimiento de una u otra enfermedad (signos de alarma), que variarán según cuales sean los tejidos u órganos afectados.
Una alimentación pobre en bases entorpece el normal proceso de combustión en los tejidos celulares, dando lugar a la formación de estos residuos de naturaleza ácida, muchos de los cuales no pueden ser eliminados por la orina. Aportando una alimentación rica en bases y/o disminuyendo el contenido proteico, posibilitamos una eliminación masiva de estos desechos, depurando así el organismo.
Todo esto nos permite comprender que aún una dieta que excluya la carne (vegetariana) puede no ser ideal y puede resultar acidificante si se consumen en exceso: huevos, quesos, legumbres, oleaginosas, cereales refinados, café, té, chocolate, gaseosas y azúcar blanca.
En una clásica expresión que oímos de mucha gente, se puede advertir este involuntario pero grave error de concepto. "Pero si como sano; no como carne; como acelga hervida, un poco de queso, fideos, tomo té negro con galletitas y mermelada..." ¡¡¡O sea, todos alimentos acidificantes!!!
En una clásica expresión que oímos de mucha gente, se puede advertir este involuntario pero grave error de concepto. "Pero si como sano; no como carne; como acelga hervida, un poco de queso, fideos, tomo té negro con galletitas y mermelada..." ¡¡¡O sea, todos alimentos acidificantes!!!
Para finalizar, debemos considerar otros perjudiciales ácidos no alimentarios, presentes en nuestra jornada cotidiana y que colaboran con la acidificación corporal. Nos referimos al ácido nicotínico del tabaco, el ácido acetilsalicílico de los analgésicos, el ácido clorhídrico que genera el estrés y los ácidos provenientes del smog y la contaminación ambiental.
También debemos tener en cuenta los ácidos generados en la mala función intestinal, a raíz de los procesos de putrefacción y fermentación.
También debemos tener en cuenta los ácidos generados en la mala función intestinal, a raíz de los procesos de putrefacción y fermentación.
Consejos para una dieta alcalina
Nuestros problemas de salud -que todos arrastramos, como consecuencia de años de errores- nos deben servir como incentivo para que comencemos a modificar nuestros hábitos, prestando atención a qué y cómo comemos.
Tampoco es cuestión de caer en extremismos y andar contabilizando y estudiando cada cosa que llevamos a la boca. Pero sí comenzar a mejorar la calidad de nuestra nutrición y en definitiva la calidad de vida.
Atender al equilibrio ácido-básico de nuestro organismo nos permitirá eliminar una gran cantidad de síntomas, muchos de los cuales ya los consideramos normales, de tanto convivir con ellos.
Atender al equilibrio ácido-básico de nuestro organismo nos permitirá eliminar una gran cantidad de síntomas, muchos de los cuales ya los consideramos normales, de tanto convivir con ellos.
El éxito del cambio de actitud se basa en el gradualismo. Teniendo noción sobre que alimentos son acidificantes y cuales alcalinizantes, es bueno comenzar a modificar la ecuación de nuestra ingesta diaria.
Proponerse inicialmente un 2 a 1 (dos partes de alcalinizantes por cada parte de acidificantes) para luego llegar a un óptimo 4 a 1. No tener miedo a exagerar con los alimentos alcalinizantes. Ya vimos que el problema esta dado por el exceso de ácidos. De haber exceso de bases -cosa muy poco probable en organismos recargados de desechos- hay siempre en la sangre grandes cantidades de anhídrido carbónico para neutralizarlos.
Proponerse inicialmente un 2 a 1 (dos partes de alcalinizantes por cada parte de acidificantes) para luego llegar a un óptimo 4 a 1. No tener miedo a exagerar con los alimentos alcalinizantes. Ya vimos que el problema esta dado por el exceso de ácidos. De haber exceso de bases -cosa muy poco probable en organismos recargados de desechos- hay siempre en la sangre grandes cantidades de anhídrido carbónico para neutralizarlos.
También es importante que cada persona adecue la alimentación a su realidad orgánica, social y laboral. Las personas nerviosas, delgadas, friolentas, alérgicas, con dolores articulares, neuralgias, con tendencias a caries, cálculos u osteoporosis; obviamente tendrán mayores necesidades de alcalinización. Así como no todos somos iguales, tampoco todas las épocas del año exigen los mismos nutrientes.
Lo importante es basarnos en el abundante consumo de frutas (de estación y bien maduras) y verduras (crudas, cocinadas al vapor o consumidas con su agua de cocción en forma de sopas). Hacer mucho uso de col blanca (cruda), zanahoria, apio, patata, nabos, hojas de ensalada, berenjenas, pepino y tomate. Las algas, por ser verduras marinas, corresponden a este grupo y son muy alcalinizantes debido a su riqueza en minerales básicos (magnesio, calcio, sodio, potasio).
Entre las frutas, usar: limón, caqui, cereza, manzana, melón, sandía, naranja, mandarina, pomelo, albaricoque, piña, banana, melocoton, pera, arándano y uva.
Entre las frutas, usar: limón, caqui, cereza, manzana, melón, sandía, naranja, mandarina, pomelo, albaricoque, piña, banana, melocoton, pera, arándano y uva.
Demás esta decir la importante que es consumir frutas y verduras de cultivo natural o silvestres, dada la mayor acidez que generan los cultivos industriales. Esto puede parecer difícil en las grandes ciudades, pero es bueno insistir en la búsqueda de productores ecologicos.
Usar los cereales menos acidificantes (arroz, trigo sarraceno) o alcalinizantes (quinoa, mijo o cebada).
Entre las frutas secas preferir almendras, dátiles, uvas pasa y castañas.
Dentro del grupo de legumbres, las judias blancas, negros y azuki resultan ser los más alcalinizantes.
Como endulzante preferir la miel de abejas, stevia o el azúcar mascabo integral.
Entre las frutas secas preferir almendras, dátiles, uvas pasa y castañas.
Dentro del grupo de legumbres, las judias blancas, negros y azuki resultan ser los más alcalinizantes.
Como endulzante preferir la miel de abejas, stevia o el azúcar mascabo integral.
A nivel hierbas, se destacan como alcalinizantes: el diente de león, la bardana, la ortiga, la congorosa, el incayuyo y el té verde. También hay hierbas de marcado efecto depurativo como el mil hombres, el palo azul, la espina colorada, la ulmaria o la zarzaparrilla.
La macrobiótica tiene muchos alimentos alcalinizantes (tal vez poco difundidos entre nosotros). Nos referimos a la salsa de soja (no pasteurizada), el sésamo, la raíz de bardana, las algas, la judia aduki (protector de la importante función renal), el té de banchá, la raíz de loto y las ciruelas umeboshi.
Todo esto no quiere decir que debamos dejar totalmente de lado los alimentos "acusados"como acidificantes; simplemente debemos ingerirlos balanceados por los alcalinizantes. Es el caso de las legumbres (lentejas, arvejas, garbanzos, soja, arveja), los cereales clásicos (trigo, avena, centeno), los huevos, el pescado o las semillas oleosas (nueces, maní, pistachos, girasol, aceitunas).
Por último, una recomendación importante. También se ha demostrado que el exceso de alimento es causa de acidificación corpórea. O sea que hay una razón más para que nos nutramos con moderación y al simple efecto de saciar necesidades básicas. Algo difícil de lograr cuando el alimento se convierte en una descarga emocional o, peor aún, en una adicción.
COMO ALCALINIZAR ALIMENTOS: EL METODO DEL DR. SACK |
El sistema se basa en la utilización de Caldo de Repollo (CR), que se obtiene hirviendo una hoja de repollo blanco o verde claro, nunca colorado, en un litro de agua. También puede utilizarse Agua Bicarbonatada (AB) que se prepara diluyendo media cucharadita de bicarbonato de sodio en un litro de agua. El Caldo de Repollo (CR) no altera el sabor de los alimentos. Nunca usar recipientes de aluminio. He aquí las indicaciones para cada elemento: Leche: Hervir 15' con una hoja de repollo blanco. Manteca: Remojar el pan de manteca troceado durante 72 hs en CR o AB, cambiando el líquido cada 24 hs. Requeson: Remojar en CR o AB durante 1 hora. Quesos duros: Remojar tajadas de 4 cm en CR o AB durante 6 hs. Dulce de membrillo: Hervir 15' en CR. Frutas desecadas y aceitunas: Remojar 6 hs en CR o AB. Semillas: Remojar sin cáscara 6 hs en CR o AB. Chocolate: Remojar de 1 a 6 hs según el espesor. Legumbres secas: Remojar 6 hs en CR o AB, enjuagar y cocinar en agua natural. Verduras: En caso de acelga o espinaca, cocinar en CR ó en agua con una hoja de repollo, ó remojar 3 horas en AB y cocinar en agua natural. Patatas: Cocinar en CR ó agua con una hoja de repollo. Para freír, remojar una hora en CR o AB. Para el horno, remojar 3 hs en CR o AB. Cereales y pastas: Cocinar en CR. Huevos: Remojar con cáscara una hora en CR o AB. Aceites refinados: Colocar una cucharadita de bicarbonato de sodio en la botella, agitar bien y dejar luego 24 hs en reposo. El bicarbonato neutraliza los vestigios de ácidos y solventes utilizados en la industrialización, formándose en el fondo de la botella un sedimento (la reacción del bicarbonato sobre los ácidos) que no debe ser utilizado. |
Extraído de: Libro “Cuerpo Saludable” - Néstor Palmetti
Teràpies energètiques, hores concertades via email ferrermas10@gmail.com o per telefon 659 949 515 Rosa