dimarts, 4 de desembre del 2012

El agua de mar se puede beber




“El agua del mar se puede beber y además es un excelente nutriente, un antibiótico natural que puede curarnos del 90% de las enfermedades y un elemento básico para luchar contra el hambre en el mundo”. Puede parecer una afirmación descabellada pero quizá lo descabellado sea que la humanidad viva de espaldas a un elemento tan beneficioso y común como el agua del mar.
Según los investigadores que hacen estas afirmaciones, algunos hechos nos pueden hacer reflexionar sobre la importancia del agua del mar:
NUESTRO MEDIO NATURALLa ciencia nos dice que la vida en la tierra surgió del agua de mar y que nuestro cuerpo esta compuesto de agua en un 70%. El agua de mar tiene prácticamente la misma composición que nuestro plasma corporal. Por este motivo nuestra sangre, nuestras lágrimas, la orina, nuestras mucosidades… son saladas.  La casi igual composición del plasma y del agua de mar convierte a esta última en el mejor restaurador de nuestro medio interno cuando éste se deteriora por las agresiones de agentes externos o internos. Supone la aportación de todos los nutrientes que necesita nuestro cuerpo.
 MEDICINA NATURAL- El agua de mar es un antibiótico y bactericida. Elimina las bacterias nocivas respectando a las buenas, en contraposición a los antibióticos farmacéuticos que eliminan indiscriminadamente células beneficiosas y perjudiciales.
- Según afirmaciones del premio Nobel en 1931, Otto Warbürg, nuestras enfermedades se desarrollan en  medios ácidos y pobres en oxígeno y, por lo tanto, “donde hay alcalinidad y oxígeno no puede haber enfermedad, ni cáncer”. Si las zonas internas de nuestro medio interno tienen un pH alrededor de 5, el agua de mar lo tiene de 8.5, con lo cual,tomando agua de mar contribuimos a aumentar nuestra alcalinidad y, consecuentemente, dificultamos el desarrollo de los agentes patógenos.
NUTRIENTEEl agua de mar es un excelente nutriente. Todos los elementos esenciales para la constitución de los carbohidratos, las grasas y las proteínas, imprescindibles para la vida de los organismos, se encuentran en el agua de mar (hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, magnesio, manganeso, sodio, potasio, calcio, hierro, fósforo, flúor, sílice y yodo).
- El agua de mar contiene todos los minerales de la tabla periódica de Mendelyev que permitirán la absorción de las vitaminas imprescindibles en los procesos enzimáticos de la célula
DISPENSARIOS MARINOSLa principal línea de acción de los defensores de las propiedades del agua de mar son los denominados “dispensarios marinos”, centros de distribución de agua marina para la población. Poco a poco se van extendiendo en diferentes partes del mundo.  Su idea es hacer llegar los beneficios del agua del mar a la población.
OASIS MARINOS: EL FIN DEL HAMBRE Y DE LA FALTA DE AGUAEl agua de mar puede tener una función crucial en la eliminación de la hambruna en el mundo. Se sabe que en la costa se desarrollan varias plantas resistentes a la salinidad del mar. Algunas de estas plantas, como la salicornia, están compuestas por proteínas en un 45%. Esto plantea la posibilidad de hacer cultivos (denominados “oasis de mar”) de este tipo de planta que supondrían una fuente de alimentación valiosísima para las zonas con problemas de pobreza con acceso al agua del mar.
Existe en este sentido un proyecto en el Senegal para hacer granjas que utilicen agua de mar. Además, los hogares más próximos a la  costa dispondrán de agua de mar en su red de agua.
UN BIEN ABUNDANTEEl hecho que el 97,5% del agua de la Tierra es salada abre nuevas perspectivas que podrían minimizar la dependencia de la humanidad al escaso 0’5% de agua de ríos (el 2% restante está en los polos).
COMO TOMAR EL AGUAEl agua como nutriente se puede tomar de forma hipertónica (sin rebajar) o isotónica(rebajada en la proporción de tres cuartas partes de agua dulce y una cuarta parte de agua de mar). En el primer caso hay que beberla  a pequeños sorbos mientras que si está rebajada, se tomará en pequeños vasos y de forma espaciada para evitar que la acumulación de sal en el intestino tenga un efecto laxante. Se recomienda la ingesta de una cantidad de un cuarto de litro al día de agua de mar excepto si se tienen problemas renales o de hipertensión. Podemos obtener el agua del mar comprándola o bien recogiéndola nosotros mismos con la prevención ir a un sitio no contaminado (puertos, muelles, desembocaduras de ríos contaminados…).
RECUPERAR LA IDEA DE RENÉ QUINTONEstos conocimientos se basan en la investigación del científico René Quinton. En las últimas décadas y años, varias personas como Laureano Domínguez, Paco Garcia Ondas, Ángel Gracia y Francisco Sánchez luchan por rescatar su legado y para extender el beneficio del agua del mar al máximo de gente posible. Os facilitamos algunos enlaces para ampliar la información acerca de las propiedades del agua del mar, de René Quinton y de asociaciones que están recuperando su legado:
Aquamaris y OMDIMAR (Oasis y Dispensarios Marinos). Asociaciones que impulsa el uso del agua de mar en zonas de escasa producción de alimentos
- Proyecto de OMDIMAR para hacer un oasis marino en el Senegal
“La dieta del delfín”. Libro escrito por Ángel Gracia que defiende que una buena salud se basa en la nutrición el ejercicio y la mente y sitúa al agua del mar en un sitio central en la nutrición.
“Como beber agua de mar”. Libro ameno y práctico escrito por Mariano Arnal, gerente de Aquamaris

Teràpies energètiques, hores concertades via email ferrermas10@gmail.com o per telefon 659 949 515 Rosa

Alimentos Refinados y problemas de salud


Es uno de los procesos más antiguos que realizó el hombre, en su afán por disponer de alimentos más “pulcros y puros”. Inconscientemente es algo que practicamos en casa cuando, por ejemplo, hacemos un jugo y obtenemos un líquido, incluso lo pasamos por el colador, “evitando” de ese modo la materia sólida o fibrosa de la fruta, sinérgica con el jugo.Según la Real Academia, refinar es “hacer más fino o más puro algo, separando las materias heterogéneas o groseras”. El problema de la refinación moderna es que, en base a sofisticadas tecnologías, hemos accedido a grados de pureza casi absolutos (harina, azúcar, sal). Durante décadas se consideró a esta “pulcritud” como un logro, al cual inicialmente solo accedían las clases altas.
La masificación industrial hizo que los “inmaculados y deseados” refinados traspusieran las barreras sociales y llegasen a los estratos más humildes, en gran volumen y a bajo precio. Sin embargo, esto que puede parecer progreso y benéfica opulencia, se ha convertido en la causa principal de nuestros problemas de salud. Y no solo por carencia de fibra, como veremos luego.
Primero por moda, luego por intereses comerciales, lo cierto es que el blanqueo de los cereales se masificó rápidamente. Un dato que ayuda a comprender por qué se hace: cuando las harinas se elaboran con el grano entero y sin proceso de refinación (integrales) deben consumirse en pocos días por la oxidación de los vitales componentes grasos presentes en el germen de la semilla. En cambio las harinas refinadas pueden ser almacenadas durante meses sin problemas, dado que han sido privadas del germen, precisamente para evitar el enranciamiento de su sensible materia grasa.
La ausencia de fibra, principal víctima de la refinación, además de generar estreñimiento, provoca otro efecto más grave para la salud y el estrés: el incremento de la velocidad con que los azúcares pasan a la sangre. Siendo un tema complejo, podemos sintetizarlo diciendo que la fibra cumple la función de reducir el ritmo de transferencia de los azúcares al flujo sanguíneo.
El término fibra es mucho más amplio que el salvado celulósico (fibra insoluble) y abarca cantidad de compuestos solubles en agua (fibra soluble) que cumplen el benéfico y fisiológico efecto “amortiguador”, que evita los picos de glucosa en sangre. La diferente reacción del cuerpo frente a un jugo centrifugado (sin fibra) y a una zanahoria masticada (con fibra) es ejemplo elocuente. Imaginemos lo que sucede en una dieta moderna, totalmente basada en carbohidratos refinados.
La abundancia de azúcar en sangre, desencadena una serie de reacciones hormonales y glandulares, necesarias para su compensación. Estas complejas reacciones, más conocidas a partir del término “resistencia a la insulina”, estresan y agotan ciertas glándulas endocrinas, como el páncreas y las suprarrenales, creando desórdenes que afectan al cuerpo (inflamaciones, retención de líquidos, rigidez) y a las emociones (ansiedad, irritabilidad, hiperactividad, depresión) [1].
Con el tiempo, esto se convierte en factor causal, tanto de diabetes (exceso de glucosa en sangre), como de la poca diagnosticada hipoglucemia (carencia de azúcar en sangre). Mientras el primer problema es detectable, el último pasa desapercibido para la medicina tradicional, pero afecta a la mayor parte de la población.
LAS CARENCIAS
El problema de los refinados no es solo la eliminación de la fibra, sino la pérdida de vitales nutrientes (vitaminas, minerales, enzimas), a lo cual se suma la adición de blanqueadores, mejoradores químicos… y ahora la adición de suplementos nutricionales.
El mismo proceso de la refinación genera la fragmentación de sus componentes y la degradación de los mismos por efectos del procesamiento (oxidación, desmembrado, etc.). Como consecuencia se pierden o inactivan infinidad de nutrientes.
El magnesio, mineral clave para el organismo, es un claro ejemplo de la generación de carencias a través del alimento industrializado. Ya resulta carente en los productos agrícolas por el empobrecimiento de los suelos de cultivo. Luego la industria le asesta el golpe de gracia, eliminándolo en la refinación de las harinas (se va con el germen), la sal (la ley exige pureza en cloruro de sodio), el azúcar (se desecha con la melaza)…
La sal es otro buen ejemplo del empobrecimiento cualitativo: de los 80 elementos presentes en el plasma marino, a la mesa llegan solo dos (cloruro de sodio) [2]. Y esto no se resuelve con suplementos, ya que los minerales requieren del sinergismo de los demás nutrientes que la Naturaleza combina en los alimentos íntegros.
El metabolismo del calcio es buena muestra de ello, ya que requiere 23 nutrientes sinérgicos en equilibrio para su correcto arribo a la estructura ósea: minerales (fósforo, magnesio, manganeso, cinc, cobre, boro, silicio, flúor), vitaminas (C, D, B6, B12, K), folatos, ácidos grasos esenciales y proteínas. Excesos y defectos tan habituales en la alimentación refinada, generan incorrecta calcificación… y no justamente por falta de calcio.
En un intento por “emparchar” esta pauperización nutricional, últimamente se ha legislado para obligar a “fortificar” las harinas con adición de minerales y vitaminas. Obviamente la industria utiliza elementos de síntesis química (el caso del ácido fólico, tan recomendado para embarazadas), cuestionados por un reciente estudio británico [3]. Mientras los folatos naturales se metabolizan sin problemas en el intestino, el ácido fólico sintético se metaboliza en el hígado, órgano que posee una capacidad limitada de asimilación. Estos excedentes no procesados pueden dar lugar a problemas cognitivos, tumores intestinales, desórdenes nerviosos y mala absorción de cinc.
En el caso de embarazadas, se ha fijado un límite máximo de 0,4 mg diarios, mientras que todas las harinas se suplementan con 2,2 mg por kg. O sea que con 180 g de harina común se estaría en el límite de consumo diario aconsejado, sin tomar en cuenta los suplementos farmacológicos. Tampoco se toma en cuenta que esas cantidades llegan a niños, ancianos y otros grupos de riesgo… Lo cual explica el porqué del término “emparchar” usado al inicio.
REFINADOS ENCUBIERTOS
El término refinados es muy amplio, si tenemos en cuenta la gran cantidad de productos que abarca. Al hablar de refinados, es obvio pensar en los alimentos “blancos”: sal blanca, azúcar blanca, harina blanca, arroz blanco, féculas… Pero también debemos incluir los aceites procesados, las margarinas (ó aceites vegetales hidrogenados), el jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF), los edulcorantes no calóricos, los conservantes, los aditivos sintéticos
Sin embargo la lista se hace mucho más amplia. También debemos estar atentos a la gran cantidad de productos que se elaboran en base a estos refinados: gaseosas, panificados, helados, golosinas, pastas, galletas, copos de cereales, chocolates, jugos en polvo, flanes, productos “light” ó “cero”, derivados lácteos, bebidas, papas fritas, snacks
Más allá del alto volumen y la pésima calidad de grasas y azúcares, en este grupo nos encontraremos con grandes cantidades de almidones mal procesados. Generalmente las harinas y féculas no poseen la correcta humectación y cocción, a causa de los “eficientes” procesos industriales, igualmente “eficaces” a la hora de colapsar la función hepática.
REFINADOS EJEMPLARES
Una vez más, vale remarcar que el daño de los refinados está dado por su consumo regular, masivo, abundante y cotidiano. Los ingerimos 365 días al año y hasta 5 veces por día, sin tomar consciencia de ello. Basta fijarnos en un restaurante, en un comedor o en un frigorífico familiar.
Las gaseosas son un buen ejemplo para visualizar que significan los refinados. Las estadísticas nacionales de consumo, similares a otros países americanos como Méjico, hablan de un litro diario por habitante. Habida cuenta que no todos tomamos gaseosas, esto implica valores individuales aún más altos. Pero conservadoramente, pensemos solo en lo que ingerimos con un litro de gaseosa.
Se han llegado a encontrar hasta 110 gramos de azúcar por litro. Pruebe esa cantidad de azúcar en agua: verá que la vomita, al no soportar tanto sabor dulce. Por ello se le adicionan unos 115mg de sal (cloruro de sodio), a fin que el dulzor sea tolerable. Y luego vienen los demás ingredientes: ácido fosfórico (corrosivo), colorantes y una serie de aditivos químicos nada saludables.
Para colmo, esa cantidad de azúcar no es sacarosa, sino un endulzante más barato e insano: el jarabe de maíz de alta fructuosa óJMAF, obtenido por hidrólisis del almidón de maíz. Dado que la fructuosa es el azúcar de las frutas, mucha gente cree que el JMAF es saludable, e incluso se recomienda a diabéticos. Pero la realidad es otra. Al comer frutas, la fructuosa ingresa al cuerpo acompañada de fibra y otros fitonutrientes del fruto, que modulan y amortiguan su paso al flujo sanguíneo.
Al consumir JMAF refinadono hay “freno” y se observa una rápida absorción a nivel celular, convirtiéndose en una fuente incontrolada de carbono, que a su vez se transforma en colesterol y triglicéridos. Esto da lugar a la génesis del “hígado graso” [1], dado que la fructosa en un azúcar que se metaboliza a nivel hepático. Otro problema esencial del JMAF es que su ingesta no activa los controles cerebrales de saciedad (como ocurre con otros azúcares), por lo cual su consumo genera más apetito.
Los copos de maíz representan otro ejemplo de alimento refinado “modelo”. Considerado por muchos como saludable fuente de cereales para el desayuno, la realidad nos dice otra cosa. Los copos se obtienen a partir de harina de cereales refinada, con escaso remojo ybreve cocción (proceso de “salpicado” sobre planchas eléctricas calientes), lo cual genera la crujiente estructura amilácea que consumimos en crudo.
Pero lo “fuerte” de los copos está en el azúcar: hay cajas que llegan a tener 46 gramos de azúcar cada 100 de producto (casi la mitad de su peso). Y 100 gramos de copos son rápidamente devorados en un tazón de desayuno. Además podemos encontrar hasta 3 gramos de sal (cloruro de sodio) en dicho tazón, lo cual supone la máxima ingesta diaria recomendada para niños de 6 años. Y todavía falta la lista de margarinas, colorantes, emulsionantes y demás aditivos químicos [2]. Todo ello, unido a una publicidad que induce al consumo infantil por medio de juguetes y personajes de ficción. Esto fue denunciado por la organización Consumers International, que encontró elevado contenido de azúcar en envases de todo el mundo (40% en Brasil, 39% en Italia, 38% en Argentina) [3], cuando esos valores no deberían estar por encima del 15%.
Otros alimentos cotidianos con fuerte carga de refinados son los polvos para chocolatadas (75% de azúcar), las gelatinas (95% de carbohidratos refinados) y los helados. Estos últimos acaso más peligrosos por su alto volumen de consumo; en helados encontramos desde un 35% de azúcar a nivel artesanal, a índices mayores a nivel industrial.

Teràpies energètiques, hores concertades via email ferrermas10@gmail.com o per telefon 659 949 515 Rosa